Muchos saben que, en medio de sus ajetreadas vidas, necesitan tomarse un respiro, pero les resulta muy dificultoso poner “un pie en el freno”. Para ellos, la “meditación en movimiento” puede ser la solución.
Muchos conocen los grandes beneficios de la meditación, que entre otras cosas pueden reducir el estrés, la tensión, aumentar la paz interior y la sensación de bienestar, mejorado la concentración, y proporcionando momentos de calma durante los días más agitados. ¿Sin embargo, cómo lograr ésta misma meditación, cuando a uno le resulta casi imposible “desenchufarse” de la rutina diaria
A la meditación se le atribuyen efectos positivos sobre la memoria, la autoconciencia y el estrés. Según el médico argentino especializado en esta técnica de relajación Daniel Foster, “la práctica actúa a nivel del control emocional, es decir, sobre aspectos funcionales del cerebro, pero también en los anatómicos: aumenta la cantidad de materia blanca en algunas de las principales rutas neuronales que conectan las áreas asociativas y receptivas con las motoras y premotoras, y las que conectan la amígdala y el hipocampo”.
Te damos algunas sugerencias para aplicar esta meditación con movimiento.
Focalizar la respiración
Para comenzar, se deberá tomar aviso de la propia respiración. ¿Se encuentra bajo los efectos del estrés, y suele tomar respiraciones leves y cortas, incluso sin saberlo? Si es así, realice tres respiraciones lentas pero profundas, inhalando a través de la nariz, y exhalando a través de la boca. Tomarse un tiempo como para concentrarse en su respiración, será muy importante, ya que será la señal de que su cuerpo, mente, y espíritu, se encuentran uniendo sus diferentes espacios.
Conociendo su ambiente, siendo parte del mismo
El segundo paso a tomar, tendrá que ver con estar muy atento al ambiente en que se desarrolle su “caminata interior”. ¿Qué estación del año está transitando? Si está en un área urbana, o suburbana, tómese algunos minutos para escuchar los ruidos que fluyen alrededor suyo. Sienta el viento, el sol, la niebla, o incluso los rayos de luz pegando contra su cara. Mire al cielo, a los árboles, a los edificios, a los pájaros, a los animales, o a la gente que puede estar a su alrededor.
La importancia del cuerpo
Prestar atención a su cuerpo, será el tercer paso de esta zaga. Comienza explorando su cuerpo para ubicar cualquier área de tensión que pueda hallarse en el mismo. Los lugares más comunes donde estos puntos se alojan, son el cuello y los hombros, el área del plexo, en la espalda, y en las piernas. Intente respirar profundamente, y sentir que áreas se sensibilizan más, para encontrar la tensión que se encuentra en esos puntos.
Tiempos y experiencias
Deje que su mente esté tan abierta como le sea posible, estando enterado que todo lo que experimenta, desde lo más profundo hasta el mínimo detalle, y de cómo todos los factores estresantes que alteran su vida comienzan gritarle para obtener su atención. Ese será el punto a lograr: usted los dejó venir, los nota, pero también está logrando hacerlos pasar de largo, por fuera de su organismo.
Finalmente, cuando vuelva a su casa, tómese de cinco a diez minutos para reflexionar sobre su experiencia. Esto proporcionará un cierre a su caminata, y le permitirá lograr la transición necesaria entre los mundos interconectados de su cuerpo, su mente, y su alma, para coordinarlos en un tiempo único.
Todas estas preguntas, formarán parte de otra meditación, una meditación no-móvil, pero que le será mucho más sencillo de lograr después de su caminata.
Las “caminatas de conocimiento” pueden ser fácilmente realizados en medio de otro camino, el de su vida diaria, apartando sólo un breve tiempo al principio o al final del día, o bien en el trayecto hacia alguno de sus destinos. Este ejercicio, es una práctica ideal para la gente de acción, ya que no es necesario realizar un brusco freno a sus vidas de movimiento y actividad.